Cuando sentimos sed, ya inició la deshidratación, por lo que hay que anticiparse a ella e hidratarse aunque no tengamos sensación de sed. Además de sed intensa, otras manifestaciones de deshidratación pueden ser: calambres (por pérdida de sodio), mareos, aumento de la temperatura corporal, náuseas, hormigueo en piernas y brazos, desgano, calambres, aumento de la frecuencia cardiaca, fatiga, dolor de cabeza, pérdida de apetito, etc. NO hay que esperar a tener SED para comenzar a beber, porque es un indicador tardío.
En las seis horas posteriores al ejercicio, se sugiere una ingesta de líquido igual a la cantidad de kilogramos de peso perdidos durante el ejercicio multiplicada por 1,5. Así, por ejemplo, si se han perdido 2 Kg, la cantidad de líquido a tomar durante las seis primeras horas sería 2 x 1,5 = 3 litros. En ejercicios de más de una hora de duración los líquidos con hidratos de carbono y proteínas ayudan a la resíntesis de glucógeno.
También es importante considerar que cuando perdemos agua corporal, siempre lo hacemos arrastrando sales minerales, así en el sudor se pierde en mayor cantidad sodio y cloro y en menor proporción potasio, magnesio, calcio, etc. Hoy el mercado ofrece distintos tipos de bebidas deportivas rehidratantes, que permiten compensar la pérdida de agua, energía y electrolitos.
Los niños no beben voluntariamente. Por eso debe insistirse en promover el consumo de agua durante la actividad física, haciendo pausas cada 15-20 minutos e incentivando a que cada niño tenga acceso a su botella de agua y que consuma aproximadamente 400-500 cc por hora de actividad.
Diariamente se recomiendan: 1.6 litros para niñas y 1.8 litros para niños. En los niños atletas la pérdida de líquido durante el ejercicio aumenta esta recomendación en 0.5-1 litro/día.
El agua es la mejor fuente para hidrata a los niños. En general no requieren un aporte extra de azúcar y sales mas allá del que le proporcionan los alimentos que consumen durante el día. Por ello las bebidas deportivas isotónicas, jugos o refrescos son innecesarios y pueden generar un hábito poco saludable por el exceso de azúcar que contiene.
Antes de la actividad: durante las 4 horas previas al ejercicio una cantidad de 5-7 ml/kg peso. Por ejemplo para un niño de 35 kg, serían entre 175 y 250 ml.
Durante la actividad: luego de los 30 min de actividad es recomendable incorporar 6-8 ml/kg peso/hora. Por ejemplo, para el niño de 35 kg serian entre 210-280 ml/hora. Es recomendable fraccionar cada 15-20 minutos y a temperatura 15 grados.
Después de la actividad: la rehidratación se debe iniciar justo al finalizar el ejercicio. La cantidad dependerá del líquido perdido durante la práctica.
La práctica deportiva regular es un hábito saludable. Es imprescindible que los padres, y entrenadores tengan conocimientos de cómo debe alimentarse e hidratarse el niño para mantenerse saludable y con energía. Y que como adultos si realizamos ejercicio, tengamos bien presente estos consejos para lograr no solo un mejor rendimiento, sino cuidar de manera equilibrada nuestra salud.
Lic. Nelsa Valenzuela | Lic. en Nutrición
M.N. 5737
Asesora Nutricional en Área de Nutrición Deportiva, sobrepeso y obesidad. Corredora de Maratón y Ultramaratón con participación activa en carreras de Calle y Aventura. Columnista en varios sitos de deporte.