Al igual que en el ser humano, con el entrenamiento el corazón aumenta de tamaño.
Esto se debe a un engrosamiento de las paredes musculares del corazón y a un
incremento del tamaño de las cavidades cardíacas. Un perro entrenado, cuando está
en reposo tiene variaciones cardiológicas con respecto a un perro que no está
entrenado:
– Disminución de la frecuencia cardíaca.
– Aumento del tamaño de la silueta cardíaca si realizamos una radiografía.
– Aumento de las dimensiones cardíacas si realizamos un ecocardiograma.
Es vital conocer todas estas modificaciones para no confundir un corazón de atleta
con un corazón enfermo, así como también realizar un chequeo inicial del perro
cuando decidimos compartir actividad deportiva con él. Esto permitirá evaluar la
normalidad del corazón y su posterior desarrollo.
Los controles cardiológicos son necesarios aún en caso de animales que no manifiestan
síntomas clínicos de enfermedad cardiovascular.
Eso es porque hay pacientes que, por sus características anatómicas, raza o edad tienen predisposición a sufrirlos.
Debido a los mecanismos que utiliza el organismo animal para compensar las fallas
cardiacas, en sus primeras etapas no presentan cambios que se puedan apreciar a simple vista, pero se producen modificaciones en la estructura y/o conducción eléctrica cardíaca, que pueden ser auscultadas, observadas en electrocardiogramas, estudios radiográficos y ecográficos.
El examen cardiovascular es muy sencillo, indoloro y rápido. Consiste en una
evaluación clínica y un ecocardiograma. Actualmente hay muchos especialistas
cardiólogos a los que se puede consultar.
El estudio cardiológico preventivo es fundamental a la hora de hacer deporte.
En el caso de perros que realizan entrenamiento deportivo, los ejercicios deben estar
siempre pautados para que el perro no se exija por demás, teniendo en cuenta que es
una especie que llegará a extenuarse con tal de acompañar el ritmo de su tutor.
Dra. Silvina Muñiz
(MP 5438)
Dir. Veterinaria Dogrun
IG: @canalvetdigital