Al ir creciendo perdemos poco a poco esa manera intuitiva de interactuar con el entorno. Compartir nuestra vida con un animal nos da la oportunidad de conectar con el costado más simple y natural que tenemos dentro.
Cuando convivimos con animales de compañía, les enseñamos hábitos que facilitan la convivencia. Celebramos los logros cuando aprenden y se habitúan a lo que esperamos.
Así vamos construyendo rutinas fundamentales para poder compartir la cotidianeidad. Ellos aprenden de nosotros.
¿Observaste a tu mejor amigo en sus manifestaciones más espontáneas y cotidianas cómo se relacionan con otros humanos y animales, como se sorprende con la naturaleza, como juega?
Su comportamiento nos aporta otra mirada y nos enseña formas diferentes de habitar el entorno que nos rodea, sea donde sea que vivamos.
Respetar lo que hace de nuestro compañero un animal único, cuidando sus rasgos que lo distinguen como animal, es honrar su naturaleza y tomar la sabiduría que ella nos aporta.
Aprendamos de ellos, nos hace bien.
La naturaleza no hace nada sin un propósito y nos lo enseña en los detalles. Nada mejor que aprender de nuestro mejor amigo a vivir y conectar con el aquí y ahora.
Lic. Delia Madero
Psicóloga
MN 41798