Bowie, Matilda y Luz

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Soy Luz, abogada y astróloga, vivo en un ph en Palermo con un perro, Bowie y una gata, Matilda. Soy una aficionada a la música (me gusta cantar y tocar la guitarra), al arte en general, también a todo lo que esté conectado con la naturaleza, la ecología, la alimentación saludable, el diseño, lo espiritual….  

A Bowie lo adopté de un refugio por Moreno, en agosto de 2021. Hacía tiempo que estaba buscando adoptar un perrito y cuando vi su foto no lo dudé, ese mismo día que me contacté y me lo trajeron en un remise (me dio un poco de vértigo y les pedí si podía ser por una semana de prueba), llegó todo meado, cuando me dio un beso supe que se iba a quedar para siempre.

En ese momento estaba atravesando el duelo de la muerte de mi mamá (alguien que por otra parte, era super perrera, se acercaba a acariciar a todos los perros que se cruzaba en la calle, y sabía sus nombres, amaba los animales) y siento que me ayudó un montón. 

Mi vida con Bowie

Compartir la vida con un perro te obliga a salir, y eso me llevó a conocer un montón de gente en el parque (entre ellas vecinas y amigas). Además es un momento para conectar con la naturaleza en la ciudad: cuando lo llevo al parque más allá de que está rodeado de autos me abstraigo y siento la energía de los árboles, de los pájaros, del cielo, del sol, y amo verlo jugar y correr con otros perros (le gusta gambetear onda Maradona o Leo Messi). 

El es alegre, le encanta jugar con otros perros, los entusiasma y contagia (cuando llega a la plaza, hace que los demás perros jueguen). Es cariñoso, divertido, tierno, muy mimoso (da muchos besos y si lo acaricias en la panza se puede quedar horas gozando), muy piola (desde cachorro tuvo sentido de ubicación y sabe cómo volver a su casa). Para mí es lo más, ojalá encontrara alguien tan copado como él de pareja jaja.  

Cuando vamos al parque los fines de semana me gusta jugar con él, o simplemente retozar al sol. Otra cosa que disfruto muchísimo, es cuando vamos al campo juntos, lo veo tan pleno, tan feliz, corriendo por todos lados, acompañándome mientras hago caminatas, me divierte verlo ladrar a los caballos y a las vacas, como si los quisiera arrear (desubicado total).

Con él participamos de la última edición de DOGRUN, hicimos los 5 kilómetros. Si bien no habíamos entrenado tanto antes, él tiene mucha energía y se la re bancó.  Se nota el tiempo de laburo y organización, estaba todo muy planificado y me sentí contenida para que la experiencia fuera como fue, agradable y una excusa para compartir algo con mi gran amigo y otras personas perrunas y no perrunas amantes de los perros también. 

Otra energía, otro viaje

A Matilda, la gata, la adopté en el año 2018, también es rescatada, me la trajo una chica que rescataba gatitos. Vino de un campo donde estaba sin comer.  Me pasó algo parecido a Bowie, cuando me la trajeron el primer día, la miré a los ojos y quedé tildada.  La chica que me la trajo se dio cuenta y me preguntó “¿Te enamoraste?” y la verdad que sí, sentí un amor y una ternura inmediata, me abrió el corazón, y a partir de ahí fue otro viaje, el de conectar con ese sentimiento a través de ella. 

La convivencia entre ellos

La relación entre ellos nunca se relaja del todo, al principio fue tensa, sobre todo los primeros tiempos en que llegó Bowie, Matilda estaba shockeada, se sentía invadida, un día se me fue a una vivienda desocupada que tenía al lado de casa y quedó encerrada, no apareció durante toda la noche y cuando me di cuenta de dónde estaba por sus maullidos me ayudó una vecina. Fue todo un operativo con una escalera, super riesgoso bajar para rescatarla. Ese fue el máximo nivel de estrés en su proceso de adaptación. 

Con el tiempo todo se fue armonizando… no están para una foto instagrameable donde se los vea abrazados, pero como siempre digo: coexisten en paz, los puedo dejar solos y cuando vuelvo está todo bien. En el fondo siento que se quieren y acompañan desde sus diferencias, pero siempre es “hasta ahí…”

Ir de a poco

Para mí lo importante es darles tiempo, tener paciencia, conectar con cada uno desde su energía y personalidad, porque también profundamente se mueven energías propias en ese acomodamiento. Y no intervenir mucho en su vínculo, salvo que el que esté en un lugar de superioridad (en este caso por tamaño Bowie) le hiciera algún daño o la molestara a Matilda (aunque ella también se defiende y  amaga con un arañazo, ojo).    

Vivir con ellos me trae energías diferentes. Bowie es más extrovertido, me lleva a salir a la calle, a conocer gente nueva, a jugar, a estar al sol; Matilda es una energía más introspectiva, me acompaña cuando medito (me trae mucha paz). Me encanta cuando conectamos en la intimidad de mi casa, en un momento de total distensión, ella se acerca y simplemente me mira (tiene una mirada profunda) o me apoya el mentón en mi mano, o si se sienta arriba de mi pecho y ronronea me estalla el corazón de amor. Son dos modos diferentes, y complementarios para mí. 

De alguna manera, yo me siento un poco así también, extrovertida y por momentos necesito mis espacios de introspección, calma y de estar conmigo misma, ahí Matilda es la compañera ideal. 

Muchas gracias.

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