Los ojos tienen algo especial. Hay miradas para las que no hacen falta palabras.
La amistad tiene que ver mucho con la mirada. Un amigo nos mira distinto. Su mirada abraza, sostiene, acompaña.
La mirada de nuestro perro es especial. ¿Lo notaste? ¿Lo miraste a los ojos?
Conozco perfectamente los ojos de cada uno de mis perros. Han sido grandes compañeros, por qué no mis amigos. Algunos ya no están. He perdido su mirada, pero no me las olvido, las llevo conmigo.
Tuve varios con miradas pendientes, atentas, a ellos no se les escapaba ni uno de mis movimientos.
Tuve miradas atentas, interesadas en mis actividades, casi enamoradas de mi cotidianeidad.
Conocí miradas de reojo, que delatan travesuras.
Aprendí a identificar las confundidas, de esas no entienden nuestro ir y venir, no conciben no participar de todos nuestros planes.
Hay miradas tan alegres que no pueden sostenerse, porque es tanta la emoción que cierra los ojos en un retozo de alegría.
Hay miradas que observan nuestras emociones. Y nos dejan sentir, sin juzgar.
Las hay agradecidas. Esas duran toda su vida. Porque el agradecimiento en los perros se imprime a fuego y no se olvida.
Hay otras que piden permiso, quieren avanzar, y ver hasta dónde pueden llegar. Dicen, ¿puedo entrar?
Tuve ojos compañeros, que no me dejaron ni a sol ni a sombra.
Conocí ojos cansados, listos para partir.
He visto ojos que miran por primera vez.
Hubo miradas que no pude descifrar, que me miraban con tanta fuerza que me preguntaba: Si pudieras hablar, ¿Qué me dirías?
He experimentado miradas espejo. De esas que reflejan tu estado interior y te dejan al descubierto.
Hubo ojos que me ayudaron a darme cuenta de cosas. Que abrieron los míos, que miraban lo que yo no podía.
Sigo mirando sus miradas, me gusta mirar a todos mis animales, descubrir que miran, como miran. Aprender de ellos. A veces, jugar a que miro como ellos, con esa mirada tan distinta.
Dolores Madero
Creadora de DogRun