La llegada de la tercera edad implica un momento de transformación de aspectos esenciales de la vida. El cuerpo, los ritmos, los vínculos sociales, los hábitos, van cambiando.
Mantenerse saludable y activo es fundamental para la salud física y psíquica, pero no siempre es una tarea sencilla de lograr o de mantener en el tiempo.
En una etapa de la vida de cambios tan importantes, los desafíos son muchos. Este proceso puede ser mucho más fácil y gratificante si se hace en compañía de un perro.
Para comenzar, ellos son grandes compañeros. Dan mucho afecto y cariño.
Ofrecen una manera de vincularse sencilla y desinteresada, que no hace distinciones y que dependerá de la reciprocidad que se vaya construyendo.
Favorecen el autoestima, ya que para nuestro perro somos lo más importante.
La responsabilidad de su cuidado ayuda a darle un propósito al día, le da sentido y lo organiza.
Estimulan la actividad física, al tener que pasearlos. Esto hace que uno salga de su casa, circule por otros espacios, tome aire y se conecte con el afuera.
Facilitan la interacción social, poniendo en contacto personas que también pasean sus perros o incluso aquellos que se acerquen por empatía. Ayuda a establecer conversaciones, conectando gente diferente con un mismo interés.
Además, jugar con ellos estimula la creatividad y baja la ansiedad.
Antes de adoptar un perro…
Es importante que sea un facilitador de las costumbres diarias, y que la persona esté en condiciones de hacerse cargo de su cuidado.
Una característica importante es que tenga un peso y tamaño que permita ser manipulado con facilidad (se aconseja que no supere los 10 kilos de peso), y que tenga un temperamento dócil.
¿Te animás a dar el paso? ¿Se lo recomendarías a alguien?
Lic. Delia Madero
Psicóloga
MN 41798