Así como la pandemia nos mostró cómo al retirarnos la naturaleza respiró aliviada, también aparecieron “síntomas” propios de estar demasiado quietos.
Variaciones de peso, dolores de cabeza, de espalda, insomnio, problemas gastrointestinales, aumento en el consumo de alcohol, cigarrillos, medicamentos. Descuidos a nivel de la imagen, síntomas psicosomáticos…
La falta de movimiento atenta contra nuestras emociones
Tener una vida sedentaria nunca es bueno. Moverse es clave para nuestra salud física y psicológica. Un cuerpo quieto se enferma.
Además, la manera en que “habitamos” nuestro cuerpo habla de nosotros
La relación que tenemos con nuestro cuerpo (como lo llevamos, si lo cuidamos o no) es un indicador de aspectos subjetivos y emocionales. Muchos síntomas psicológicos se expresan en el cuerpo o en los hábitos que sostenemos. El cuerpo “porta” nuestras experiencias y tiene memoria emocional. Una mente en conflicto enferma al cuerpo, y del mismo modo, tener un cuerpo dolorido angustia, preocupa, afecta nuestra manera de pensar y percibir la realidad.
Estar activos estimula un pensamiento creativo
Muchas veces estamos estancados a nivel del pensamiento. Insistimos en lo mismo, estamos encerrados en ciertos temas. Salir a correr, caminar, o hacer cualquier tipo de actividad que implique movimiento permite salirse de esa película repetida y cambiar de escena, oxigenando la mente y alimentando lo nuevo.
Es hora de empezar a movernos… y si es junto a nuestro perro ¡Mejor!.
Lic. Delia Madero
Psicóloga
MN 41798